2004


El año 2004, es para mí uno de esos años que dificilmente podré olvidar, por tercera vez en mi vida tuve un encuentro con la Parca, anteriormente ya nos habíamos encontrado, la primera en un coche camino de Solsona, poco antes de entrar en este pueblo hay una curva la cual obliga a decelerar, pero los frenos no respondieron y el coche se dirigía contra una tapia, pero cuando estábamos a punto de estrellarnos unas irregularidades del terreno lo evitaron, en ese momento descubrí que no le temía a la muerte, pero esta también quedó burlada; La segunda vez fue años después cuando a consecuencia de una dolencia con el nervio ciático me recetaron unas inyecciones, a las cual resulté alérgico, y como resultado de ellas caí inconsciente, todo se hizo oscuridad a mi alrededor durante un tiempo indeterminado, jamás pregunté cuanto, sólo se que me iba, y tampoco tenia miedo, sólo la rápida intervención de la practicante que siempre iba preparada con el antídoto, cuando sabia que tenia que poner esas inyecciones, evitó mi paso al otro mundo. Cuando regresé de lo único que me acordaba era de una voz muy lejana que repetía mi nombre, pero ni rastro de temor o miedo.
Y la última vez fue en el 2004, todo empezó a media tarde cuando una ligera molestia comenzó a hacer presencia en mi brazo izquierdo, molestia que iría creciendo a lo largo de la tarde hasta convertirse en un dolor intenso a media noche de ese jueves del mes de Marzo, ya era más de media noche cuando tuve conciencia de lo que me estaba pasando, y tampoco tenia miedo , lo que tuviera que ser sería, mi vieja amiga volvía a estar a mi alrededor, y no la temía, si quería jugar jugaríamos, me sentía calmado, y pedí a Pedro que llamara una ambulancia, el no quería creer lo que le decía hasta que mi insistencia le convenció, tampoco los conductores ni el servicio de urgencias se lo creían, mi serenidad creo que les desconcertaba, sólo en aquella sala, tumbado bajo aquella luz halógena y con el gota-gota y la pastilla de nitroglicerina, tenía la mente en blanco, aceptaba lo que pasase con toda tranquilidad, sólo me daba pena dejar a Pedro, lo único que pensaba es que sería de el, bueno pensé todas las tristezas se acaban curando.
Tras cuatro días ingresado los médicos me confirmaron lo que yo había dicho, había sido un infarto, y de nuevo había burlado a mi vieja conocida, que arañó mi corazón hasta dejarlo con una cicatriz mas de por vida, pero resistió el envite.
Días después era operado para introducirme un stent para mantener la fluidez de bombeo en el corazón, mediante una punción en la arteria inguinal por la cual introducir un catéter hasta mi corazón y colocar un stent, pero yo no tenia miedo.

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