National Maritime Museum (Londres)
1700-1800. A principios de 1700 Europa asistirá a una transformación en las formas de la sexualidad debido al desarrollo de la subcultura homosexual que emergerá a la luz, principalmente, en ciudades como Londres, París y Amsterdam.
Colección Thyssen Bornemisza (Madrid)
En Inglaterra, los homosexuales pasarán a ser denominados "mollies" y se reunirán en domicilios y tabernas "Molly House" para relacionarse, beber, y mantener relaciones sexuales. Antes de los "mollies" el sexo entre varones implicó, generalmente, a hombres adultos con adolescentes. Pero los denominados mollies practicarán una sexualidad igualitaria entre hombres adultos.
Tate Gallery (Londres)
En París emergerá una subcultura similar que pasarán a ser denominados "pédérastes", uso inexacto de la palabra del Griego antiguo referida a las relaciones entre hombres adultos y adolescentes. Al igual que en Inglaterra la pena para la sodomía era la muerte, pero esta se aplicó muy raramente.
En los Calvinistas Países Bajos los homosexuales serían perseguidos de forma muy agresiva. Una auténtica orgía de procesamientos, en el 1730, llegará a destruir casi totalmente la subcultura homosexual holandesa, pero esta acabará por reaparecer 100 años después.
Estas primera manifestaciones de la cultura homosexual serán la base del Uranismo y de los movimientos de identidad homosexual que se desarrollarán 100 años después.
Antes de 1700 el sexo entre los varones estaba estructurado de una forma absolutamente diferentemente a lo que ocurriría después. Los escritores ingleses del s. XVII escribieron a menudo sobre la sodomía como un pecado producto de un resorte, de una lujuria universal para los placeres ilícitos. John Wilmot, en 1600, escribiría lo siguiente sobre este tipo de relaciones:
Que me den salud, riqueza, vino y alegría
y si el revoltoso amor os asedia
conozco a un hermoso paje
que al caso es mejor que cuarenta fregonas".
Es decir, el joven criado adolescente podía satisfacer sus deseos sexuales tan bien como cuarenta "muchachas".
Dos características principales fijaron la visión de Wilmot sobre la homosexualidad. Primero, el sexo como algo trans-generacional, un hombre adulto que penetra sexualmente a un adolescente, una continuación y aceptación de la pederastia griega. El sexo entre los hombres y los muchachos es común en culturas no-Occidentales y era paradigmático en la antigua Grecia, y aún cuando él lo considera moralmente repugnante, no se sorprende ante esa forma de relación, sino que más bien la acepta como algo normal.
The Metropolitan Museum of Art (Nueva York)
La segunda característica que distingue la visión de Wilmot del deseo entre varones es el carácter bisexual, gusto tanto por hombres o mujeres, que él desee a su mozo no contradice su deseo para los mujeres, y no lo hace afeminado.
Otros textos nos muestran que los sodomitas británicos tenían algunas reparos sobre las clases de prácticas sexuales que se autopermitían, ya que se preocupaban sobre quién había penetrado a quién, es decir un problemas de roles entre activos y pasivos. Se esperaba que el miembro más fuerte de la pareja, el más adulto, y por tanto del que se esperaba una actitud dominante, penetrara al más débil, el más joven, una trasposición del mito de Ganymedes, y si esto no era así, el estatus de masculinidad del adulto quedaba un tanto en entredicho. El sexo y el poder se mezclaron tan íntimamente que un hombre que tomase el papel pasivo en sus relaciones con su Ganymedes entregaría su virilidad a su socio sexual, y al obrar así, su estatus como "hombre masculino" quedaba en entredicho. Mientras el adolescente tenía menos de que preocuparse. Mientras fuera barbilampiño, no sería estigmatizado por ser el compañero pasivo.
Toda esa estructura será desmontada a partir de 1700. Todos los sodomitas pasarán a ser percibidos como afeminados sin importar sus posiciones sexuales preferidas, así como cualquier hombre que tuviera relaciones con otro.
La temprana persecución de los homosexuales europeos demuestra las extensas redes que existían a lo largo de las ciudades. Existe la tentación de explicar la aparición de estas subculturas como consecuencia de la libertad proporcionada por el anonimato urbano, pero las grandes ciudades europeas eran en realidad ciudades pequeñas para los estándares actuales. La población de Londres, por ejemplo, no excedía probablemente de 90.000 durante s.XVIII.
Museo del Louvre (París)
Pero el motivo de la aparición de esta subcultura, que comportará un cambio radical de valores durante el s. XVIII, es un misterio sin explicación histórica hasta el momento. Una segundo cuestión es cómo, a pesar de las leyes existentes, la persecución fue tan nimia, lo cual nos lleva tal vez a pensar en un clima de cierta tolerancia social salvo el caso holandés, en el que se aventura la ejecución de unas 600 personas juzgadas. pero la teórica Queer, Eve Kosofsky Sedgwick; a pesar de lo endeble de las pruebas, aventura la hipótesis de que en vez de una política de exterminio, las autoridades europeas siguieron una estrategia que Sedgwick llama terrorismo.
Mediante algunas brutales ejecuciones y encarcelamientos las autoridades lograban intimidar a los homosexuales y obligarles a mantener un perfil bajo. El castigo público también definió e hizo cumplir los estándares sexuales impuestos de comportamiento masculino, es como si las autoridades mandasen el aviso de que los hombre no tenían relaciones con otros hombre.
La rima del s. XVII de John Wilmot ahora, en el XVIII, será impensable ya que se tomaría como una declaración abierta de homosexualidad, y las consecuencias no serían demasiado recomendables para la salud.
Tate Gallery (Londres)
Hoy, llamaríamos a todo esto homofobia, homofobia nacida del miedo a unas primeras manifestaciones de visibilidad homosexual, pero a su vez es el principio de la línea de separación entre los homosexuales y los heterosexuales que ha perdurado hasta hoy en día, así como el principio del fin de una visión en la que el homosexual y sus relaciones eran vistas como un pecado, fruto de la lujuria universal, pero en cierta medida comprendido o "aceptado".
Galleria Nazionale d´Arte Antica, Palazzo Barberini (Roma)
En España se viene de una época de tremenda represión, durante los S. XVI y XVII, en las que se perseguía con tremenda severidad y virulencia los comportamientos homosexuales. 71 personas fueron quemadas acusadas de sodomía en Sevilla entre los años 1567 y 1616 según las crónicas jesuíticas. Así como los comentarios de los viajeros de la época, los cuales hablan de las ejecuciones públicas, quemados en Madrid, durante el S. XVII. En Aragón, que tenía una legislación independiente, la persecución era menor aunque aproximadamente algo menos del 12 % de los varones sufrieron enjuiciamientos por este tema y condena a muerte. Aunque la realidad no se sabe a ciencia cierta, ya que los inquisidores no deseaban hacer pública la causa de la ejecución, debido a "no desear ofender a la moral pública".
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid)
A partir del XVIII esta situación se volverá más lasa, en cierta sintonía con lo que está pasando en el resto de Europa, así como una mayor liberalidad social y el deseo por parte de las autoridades de no hacer publicidad del tema.
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